Tránsito - Indagación crítica de una muestra

Tránsito - Indagación crítica de una muestra

Advertencia
Se informa al publico que solamente podrán ingresar dos personas por vez. Los menores deberán hacerlo acompañados de un mayor

Luego de haber experimentado la experiencia me vi obligada a decir algo y lo digo… excelente síntesis de la vida contemporánea… y me pregunto. ¿A donde queremos llegar?

María Eugenia.

Tránsito, desde la puerta casi en penumbras de la sala 11 del Centro Cultural Recoleta, llegamos a leer una frase impresa en letras negra sobre una pared blanca que decía, “El alma secreta de los antiguos laberintos tenía relación con la violencia (...) Aquí también se trata de una violencia simbolizada. Queda librado a la imaginación del espectador ver si se trata de la irracionalidad del universo, de una lectura del horror, no onírico ni alucinatorio sino real, de ciertos aspectos de la vida contemporánea: el acoso, el desgarramiento, la herida, la incertidumbre...”; luego de leer otro cartel que nos advertía de entrar sólo de a dos y que cuidáramos que los niños no entren solos, suspiramos y decidimos entrar con la esperanza de encontrar lo que buscábamos. Es difícil poder describir que era aquello que buscábamos, ni nosotras lo sabíamos, pero luego de recorrer el Museo de Bellas Artes y las demás salas del Centro Cultural Recoleta; lo encontramos.
Tránsito, un “laberinto” que de lo maravilloso lleva al espanto, un espacio que se angosta a cada vuelta, una sensación que asfixia, que exalta, que intranquiliza. Pensamientos terribles se apoderan de la mente mientras automáticamente el pie da un paso más hacia lo desconocido, hacia el abismo, hacia el final.
Transito; espacio llenado por nuestras propias imágenes, especie de pantalla en blanco que es proyectada por las imágenes creadas por la capacidad interpretativa de cada uno. Imposible no trazar una analogía con el sueño: a medida que avanzamos nuestra capacidad crítica decae dándole lugar al despliegue de nuestras emociones más profundas.
Tránsito, una muestra de Marina Papadopoulos, artista plástica nacida en el Cairo, Egipto y radicada en la Argentina desde 1958, estudió en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón; comienza a exponer en 1989 y realiza su primera muestra individual en 1993.
Muchas gracias por la pieza.

En “Tránsito” el papel de curador fue realizado por la propia artista, es decir, ella fue quién se ocupo de armar, seleccionar y organizar el espacio ofrecido por el Centro Cultural Recoleta “por ser una sala destinada a proyectos especiales”, no obstante a lo anteriormente citado es importante recalcar la importancia que para la artista tiene el hecho de que el lugar posea carácter público. Dicho hincapié puede entenderse releyendo a Huyssen dentro de aquella corriente que entiende que el museo debe ser sede y campo de pruebas de reflexiones sobre la temporalidad, la identidad y la alteridad. Qué es sino lo que hace Marina Papadopoulos en la sala 11, entendiendo está como una posición política. Nos pareció importante preguntarle que posición considera que el artista debe tomar en relación a lo político - social y su respuesta nos dio una certeza en cuanto a la recepción y posterior interpretación que tuvimos de la obra, “... Ninguna dogmática, pero pienso que el artista que no vive y sufre su momento histórico y responde o anticipa lo que otros no ven, para mí hace artesanía." Marina es conciente de que su obra no solo depende de ella misma sino también está en relación con la sociedad en que vive.
Antes de proseguir con el análisis nos interesa volver sobre un concepto de Huyssen, concepto que creemos medular para la elaboración del presente trabajo, ya que es esta la hipótesis con la cual intentamos trabajar, a saber, “ ...Será preciso que la crítica puramente institucional en el aparato ideológico de poder y conocimiento, que opera desde arriba, se complemente con una perspectiva de abajo arriba que investigue el deseo del espectador y las inscripciones del sujeto, las respuestas del grupo, los grupos de intereses y la segmentación de las esferas públicas superpuestas a las que hoy se dirige una amplia diversidad de museos y exposiciones”. Lo cual nos lleva a entender el museo no como bastión de “la alta cultura” sino más bien como una piedra angular de la industria cultural; piedra que ha nuestro entender todavía tambalea pero que poco a poco deberá lograr equilibrarse, abriendo de dicha manera sus puertas a un publico mucho más amplio, que se encuentra ávido de experiencia y percepciones diferentes. Ejemplificando lo anterior, podemos ver como las exposiciones se organizan y anuncian como grandes espectáculos que son llevados a delante por conocidos patrocinadores, a modo de ejemplo, que mejor que citar la exposición de la Fundación Aerolíneas Argentinas en el Museo de Bellas Artes, exposición que exhibe a los ganadores del concurso auspiciado por la empresa y el museo. No recordamos exactamente el texto que acompañaba la exposición, pero era algo así como "... hoy exponemos a aquellos que seguramente mañana serán artistas consagradas, como alguna vez pasó con los artistas argentinos que hoy son reconocidos mundialmente”; cabe alguna duda con respecto al conflicto de la hegemonía cultural; todos sabemos que quienes no posean una estética acorde con los jurados quedaran a la sombra del circuito, se les negará de dicha manera su validación, proceso de validación que ayuda a posicionarse al artista en el mercado, elevando el precio de sus obras como el prestigio de la institución en cuestión. En buscas de sintetizar la idea esbozada, consideramos al igual que Huyssen que el museo debe ser una institución genuinamente moderna, donde las diferentes culturas, etnias y grupos se puedan expresar, desplegando de esta manera no solo el abanico de artistas expositores sino también hetereogeneizando al espectador.
Retomando la cuestión del criterio de organización de la muestra, es interesante resaltar los pasos que llevaron a su realización, primeramente la artista trabajo con una maqueta, etapa proyectual que le sirvió para resolver los problemas espaciales de recorrido, iluminación, natural y artificial, etc.; para luego comenzar con el montaje de la misma. “Siempre que se trabaja con un espacio arquitectónico, este ofrece ventajas y desventajas, el artista debe a mi modo de ver articula el proyecto y el espacio propiamente dicho y así generar un espacio nuevo, otro, que le sirve a sus fines”. Un ambiente como dirá Marchan, que nos ubica en la obra misma, que nos incluye, que penetramos, que nos devora. Tridimensionalidad característica de los cuerpos objetos de que nos habla Acha, cuerpos objetos que nos permitirán tener una percepción visivo-táctil, las paredes están ahí, los clavos dejan sentir sus puntas afiladas; y el tiempo, cuarta dimensión presente en ellos ya que existe en donde quiera que haya materia; retomando, percibimos el espacio valiéndonos de los anti-espacios que son los objetos. Un espacio real, cultural y la evocación de un espacio sagrado, laberinto, que nos lleva al pasado y a su poder mítico. Es decir, junto al espacio construido, el espacio real cobra significado, viviendo una obra de arte, una percepción excepcional, casi se podría decir mágica en contraposición a nuestras percepciones diarias.
Tomando los parámetros expuestos por Krauss sobre la escultura en la Posmodernidad podemos decir que Marina en la muestra nos presenta una arquitectura más no-arquitectura, es decir, una estructura axiomática; ya que el espacio arquitectónico real de la sala se encuentra intervenido por bastidores de grandes dimensiones que recortan el espacio buscando crear uno nuevo, espacio que se le presenta al espectador como dado y único. Con lo anterior se quiere dar a entender que no solo se está recortando el lugar físico sino que también se le esta dando al espectador las directivas para moverse dentro de él; en buscas de ejemplificar lo anteriormente expuesto es interesante hacer notar la disposición del espacio no bien entramos a la sala. Rectángulo angosto, donde se nos presenta por un lado, una pared que contiene la frase anteriormente citada, otra que posee una ventana, ubicada frente a la puerta de entrada a la sala, y un bastidor, símil pared, que nos deja una pequeña abertura invitándonos a entrar.
Cualquier espectador notará claramente que dichas estructuras, casi arquitectónicas, cuyas condiciones de escultura se reduce al sólo hecho de determinación que se “está en la sala que no es realmente la sala”. Refiriéndonos a la luz y la relación con el espacio, es interesante como la artista juega con la Luz natural – artificial, produciendo cambios de lectura, cada vez que se utiliza la luz artificial se está buscando puntualizar, resaltar o bien dirigir la mirada hacia el foco iluminado en cuestión, esto se puede ver claramente en dos lugares puntuales, principio del recorrido y final del mismo, spot sobre la frase pegada en la pared y sobre la plancha de clavos, para dar dos ejemplos claramente ilustrativos. Algo que nos llamó la atención en cuanto a la utilización de la luz natural, fue notar que si bien una de las ventanas que daba al pasillo del C. C. R no se encontraba tapada, la que daba al jardín del mismo se encontraba tamizada con una tela blanca. Nuestra interpretación al respecto tomaba como base una percepción acotada, a saber, el día que vimos la obra por primera vez, al pasar por la ventana sin tapar no pasaba nadie por allí lo cual nos dio la sensación aún más fuerte de estar en un no lugar inmerso en otro aún más grande; no pasó pero creemos que si en el momento que uno pasa ve pasar por el pasillo a gente, el aislamiento se quiebra y lo devuelve a uno al espacio real, sala de exposición.
Aprovechando el contacto que pudimos tener con Marina Papadopoulos, le preguntamos por dicho proceder, “...pensé que era conveniente, ya que al hacer el primer recorrido el de entrada no molestaba pues estaba a la derecha y se giraba sobre la izquierda y al volver era una manera de ir lentamente tomando contacto con el exterior “, no obstante nuestra sensación fue completamente diferente, será que al estar transitando, el hecho de ver algo más allá del blanco nos atrajo, intento de escape, tal vez. En cuanto al recorrido de vuelta, nuestra percepción no fue tan atenta al “mundo exterior”, sino más bien se encontró cargada de sensaciones, pensamientos y clavos negros.
En cuanto a la totalidad del recorrido, creemos que este marca claramente un tiempo prolongado, por lo menos psíquicamente, que se traduce en el cuerpo del espectador, en su andar y en los pensamientos que lo embargan; con respecto a dicha hipótesis nos pareció interesante preguntarle a la artista como busco trabajar con ellos, a lo cual nos respondió, “ la continuidad creo que lo puedo relacionar con la respiración, cuando uno toma aire lo hace de una vez, y cuando expira también no hay distracciones, ni falsos caminos. El tiempo justo para poner nerviosos a los impacientes, y el cuerpo a lo mejor para sentir que estamos vivos."
Al preguntarle que sensaciones buscaba trasmitir al espectador nos sorprendió que realmente no fue su intención provocar sensaciones, “tal vez estoy como la mayoría de los intelectuales fragmentada, y realmente la gente me dio una lección”, en referencia a las críticas que recibió de los espectadores no dijo, “hay gente reflexiva, estúpidos protagonistas, insultos, mesiánicos, pero rescato en todos el haberme dado una visión de la obra que no había pensado y fue que para bien o mal todos sintieron, y pocos se dieron cuenta que el final estaba a la salida de la sala no en el centro del laberinto... interesante ya que yo no había pensado el centro como final, pero la mayoría de la gente no registró que era un tránsito de ida y vuelta, y sólo se percató de la ida..” Por nuestra parte creemos que la vuelta, es una de las instancias más fuertes del recorrido, instancia que es sumamente interior, que mejor que ejemplificarlo, “Quiero vivir. La angustia se comenzó a apoderar de mí. Al llegar me congele, no pude evitar angustiarme ante los clavos… luego retrocedí y ahora estoy aquí. Muy fuerte.”
La obra fue pensada para ser recepcionada por todos, es interesante al respecto señalar que leyendo el libro de visitas pudimos comprobar que pasaron por la sala desde mujeres de 56 años hasta niños de 10 años, cabe aclarar que según la lectura hecha por nosotras se puede llegar a la conclusión que marca como variado el nivel sociocultural de los espectadores. Según la lectura que hizo Marina del libro de visitas y de las devoluciones que le hicieron, llego a la conclusión de que ”el adolescente fue el público más interesante”.

“ …¿Tuviste que estudiar algo para hacer
esto? Digo esto por no decir pelotudez”.
Andrea

¿Qué es el arte? No lo sé, nos contestó, tal vez algo que nos sirve para comunicarnos cuando no nos alcanzan las palabras; concepción que se asemeja a la expuesta por Acha, a saber, arte como necesidad humana, como un medio para acceder a la totalidad de los existente, ya que siempre se presentará en la realidad lo sensible y no verbarizable, sea para reemplazar a la razón o para complementarla.
En cuanto a los elementos formales (bastidores, plancha de metal, tela, clavos), Mariana nos advierte que hoy todos los materiales pueden ser utilizados para comunicar si su connotación física o simbólica se ajustan a nuestro discurso; es decir, los nuevos elementos utilizados en la escultura, como ser los anteriormente citados abren el espectro, significando aún más y dándole la libertad al artista para que los componga como crea conveniente.
A continuación citamos algunas de las frases escritas en el libro de visitas que nos resultaron interesantes, casi siempre en más de un aspecto:
“Te felicito, tu obra materializo en mi la cura. Tu obra me ha curado”
Coti

“Marina, alucinatorio, es lo primero que me alumbra”.

“Un viaje a lo más oscuro del corazón, sin violencia el Mago de Oz.”

Ingeniosa estupidez. Paul

¿Qué encontramos en la obra? La revelación de un secreto propios.